LA CARA DIVERTIDA DE LA LLUVIA

En la tarde del viernes, cuando la tormenta ya no amenazaba, los niños del pueblo, dueños de la más pura inocencia, comenzaron a disfrutar del agua acumulada en calles, plazas y lotes desocupados. Felices, se mojaron y embarraron como sólo ellos pueden hacerlo. Totalmente libres de culpa y cargo.

 

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