CONSTRUIDA CON EL ALMA

Edgardo Vanay es el propietario y constructor de una verdadera reliquia sobre dos ruedas. Una moto distinta, original, soñada y realizada paso a paso a lo largo de 4 años. La bautizó  Alma y hoy se lleva todas las miradas.

Egdardo quería que su moto fuera distinta. Y lo logró. Inicialmente el objetivo era fabricar una moto para su sobrino Ezequiel pero, apenas dobló los caños, vio en ellos más allá, visualizó la posibilidad de “hacer algo raro, vistoso, algo fuera de lo normal” y, según cuenta orgulloso “sin pensar terminó en esto”.

Lo que el joven fabricó es una moto original, llamativa, que atrae miradas por donde pasa y que se destaca por los detalles artesanales y la prolijidad en la terminación.

La moto fue armada íntegramente por Edgardo que aprovechó sus conocimientos en herrería artística para darle un toque personal. En el proceso de fabricación invirtió 4 años y 8 meses; una demora que tuvo que ver con la disponibilidad de medios económicos y también con la inspiración que Edgardo consideraba necesaria para llevar adelante la tarea.

Prácticamente toda la moto fue armada en el taller de Egardo, con herramientas propias nada complejas como amoladora y lima, unidas a una gran dosis de paciencia.

De todas maneras el fabricante y propietario no estuvo solo en este proceso ya que recibió la colaboración de dos amigos en terrenos que él no maneja: Luciano Barrios fue el responsable de la parte eléctrica y Sergio Padilla de la pintura.

Entre otros detalles curiosos de la fabricación se puede mencionar que la moto tiene un motor Guerrero 110 comprado OKM; no lleva cadena sino la correa de distribución de un automóvil, el “falso” tanque está fabricado con una luz de un Chevrolet 38 y con una  taza de rueda de Torino de acero inoxidable; las luces son de led y como detalle de terminación se observa en varios lugares el diseño de una cruz de malta, símbolo de las motos choperas.

Hay que destacar que esta moto, al ser fabricada de manera artesanal, no puede salir a la ruta (al menos por ahora) por carecer de la numeración reglamentaria en el chasis, igual tiene un permiso especial para circular por el pueblo y ya está en análisis cómo hacer para que se pueda movilizar libremente en otros ámbitos.

Edgardo Vanay, fabricante y propietario de esta verdadera reliquia, terminó su obra hace 8 meses. Desde ese momento ha recibido innumerables muestras de admiración por parte de niños y adultos que, al verlo con la moto, se asombran y acercan a felicitarlo cosa que  le llena de alegría y satisfacción ya que siente así plenamente cumplido su objetivo.

Mirando hacia atrás, analizando lo realizado para cumplir el sueño, Edgardo agradece a Sergio Padilla, Luciano Barrios y a todos los amigos que durante el proceso de construcción le dieron sus opiniones sobre cómo estaba quedando. También recuerda y agradece las enseñanzas recibidas de Mario Monina, en cuyo taller trabajó más de 12 años y con el que aprendió el oficio de la herrería artística.

Es importante saber que esta moto chopera original, distinta, soñada y realizada por Edgardo paso a paso, tiene un nombre, elegido por él, se llama “Alma”  simbolizando la pertenencia al moto grupo “Alma Viajera” como así también referencia al lugar desde el que partió, con amor, su proceso de fabricación. Realmente fue “construida con el alma” y eso se nota. ¡Felicitaciones, Edgardo! ¡Cumpliste tu objetivo y nos regalaste a todos la posibilidad de disfrutarlo!