FIESTA DORADA: ESCUELA RUBÉN DARÍO
El broche de oro a los festejos del Cincuentenario de la Escuela Rubén Darío se lo dio la Cena y Baile que se compartió anoche en el Salón Cosmopolita, con más de 400 personas que colmaron las instalaciones y disfrutaron toda la velada con la alegría del reencuentro.
El festejo, para el que tanto se trabajó, finalmente superó todo lo esperado en cuanto a convocatoria, sentimientos y emociones. La gran mayoría de quienes pasaron por las aulas de la Escuela Rubén Darío, como alumnos o maestros, se hicieron presentes incluyendo a gente que llegó de muy lejos después de décadas de ausencia en la región.
Todo fue posible gracias al trabajo de la Comisión de Festejos que no escatimó en esfuerzas para llegar al momento anhelado del Reencuentro.
Durante la cena fue protagonista la alegría del volver a encontrarse y el revivir momentos y anécdotas relacionados con el paso por la escuelita y su huella en el corazón de cada niño de ayer.
Más allá de los diálogos y abrazos reiterados en las mesas y pasillos, también hubo convocatoria sobre el escenario para que quienes marcaron la historia del establecimiento se pudieran llevar un merecido recordatorio, por ejemplo la maestra fundadores, los primeros alumnos, las ex docentes, la primera promoción, los primeros miembros de la Comisión de Apoyo, entre otros.
Cabe destacar que, con un bajo perfil y un gran sentimiento, estuvieron presentes en todos los festejos Marisa y Emiliano, los padrinos de la Escuela Rural Rubén Darío quienes llegaron con sus pequeños niños desde Buenos Aires para acompañar al establecimiento en los festejos.
En un clima de fiesta, todos anhelaban guardar cada emoción en el recuerdo, para toda la vida, por lo que la torta del cincuentenario fue el lugar convocante para las fotografías de la noche.
Así, todo transcurrió de una manera naturalmente feliz, para satisfacción de los organizadores y para alegría de cada uno de los que se sumó al festejo al que, seguramente recordarán como una Fiesta Dorada.