EN LA CIMA DEL ACONCAGUA: UN SUEÑO HECHO REALIDAD

El pasado miércoles 13 de enero, Fernando “Nano” Gallo hizo cima en el Aconcagua, la montaña más alta del continente americano. Compartió este inmenso logro con su compañero “Euse” Ramallo, que se quedó unos metros más abajo por razones de salud.

“Era un sueño y lo cumplimos, por suerte”, afirma Nano; aunque no solo fue la buena fortuna la que lo llevó al techo de América; también entraron en juego el esfuerzo, la planificación y el entrenamiento responsable que ambos desarrollaron a lo largo de los últimos 5 años.

Para “Nano”, que fue el relator de la experiencia a través de FM CRISTAL, todo nació a los 12 años cuando subió al Cerro Champaquí, en una expedición liderada por Roberto Listello. La montaña lo “flasheó” y ya nunca dejó de pensarla…

Inmediatamente después el  Aconcagua se transformó en un sueño, “postergado por casi 12 años, por una razón o por otra, pero siempre presente…”

Para concretarlo, “Nano” y “Euse” se prepararon a lo largo de 5 años… Primero en Córdoba, después en el Cordón del Plata de la provincia de Mendoza.

La hora de la verdad llegó el pasado 25 de diciembre cuando partieron de Devoto rumbo a Mendoza. Allí hicieron base en Vallecito, cerca de Potrerillos, para aclimatarse y prevenir el mal de altura. En esa instancia preparatoria ascendieron al cerro El Rincón, de 5300 metros.

El 31 de diciembre despidieron el año en Las Cuevas y el primer día de 2016 ingresaron al Parque Nacional Aconcagua. Lo hicieron sin guía, en una expedición que sólo integraban ellos dos; con la ayuda de un grupo de mulas que contrataron para que trasladaran la carga más pesada hasta, precisamente, la Plaza de Mulas, ubicada a los 4200 metros de altura. El trayecto a ellos, caminando, les llevó dos días.

Desde allí avanzaron  hasta Nido de Cóndores, a los 5300 metros de altura, desde donde decidieron “tirar la cumbre” sabiendo que el trayecto sería largo pero con la tranquilidad de pasar noches más tranquilas, sin poner en riesgo su equipo que, unos metros más arriba, estaría amenazado por los fuertes vientos.

En ese lugar, la temperatura de noche llegaba a los -10°; en la cumbre se estima que se registraron unos -25°. Permanecieron en el campamento varias jornadas esperando por condiciones meteorológicas favorables para intentar llegar a la cima. El día señalado por todos los pronósticos era el 13 de enero, y lo esperaron con ansias.

Ese día comenzaron a caminar a las 5 de la mañana; el despertador sonó a las 2 con el plan de salir a las 3 pero el viento era muy fuerte y los hizo dudar mucho; en los preparativos, con todo congelado, se demoraron y partieron a las 5. Darío Ramallo avanzó hasta los 6 mil metros aproximadamente y allí detectaron un principio de congelamiento en sus dedos, lo que lo obligó a descender al campamento (antes había sufrido un principio de mal de altura y eso lo debilitó).

Por su parte “Nano” siguió avanzando hacia la meta,  y la alcanzó. A las 15:30 aproximadamente hizo cumbre en el Aconcagua. Permaneció allí por unos 20 minutos que fueron eternos. Lo sintió, se emocionó, lo retrató en imágenes y video y fundamentalmente lo disfrutó… Fue un momento infinito e inolvidable para él. Uno de los muchos en una vida de intensas vivencias…

Lo más impactante es que, al llegar a la cima, “Nano” sintió que ya conocía ese lugar, que ya había estado ahí simplemente por  haberlo soñado tanto… Además, asegura que ya no sintió ni el frío, ni el cansancio, solo la alegría de llegar…

Ese día hicieron cumbre unas 20 personas, provenientes de diferentes confines del mundo, todos se abrazaron y saludaron, felices hasta las lágrimas… “Nano” asegura que en ese momento se sintió muy cerca de su mujer y a su hijo, a los que les dedicó el pensamiento y un cartel en la cima de la montaña.

Después retornó, arribando a la carpa a las 20, tras 15 horas de caminata, para abrazar y festejar con su compañero de expedición, “Euse” Ramallo, quien llegó simbólicamente a la cima, a través de él.

Ahora, ya de regreso, “Nano” y “Euse” vuelven a hacer planes. Quieren seguir disfrutando de esta actividad… Aseguran que el montañismo les da felicidad, no solo por el desafío en sí de hacer cumbre, sino por la posibilidad de estar callado, en soledad consigo mismo y sus pensamientos… en la sola compañía de la montaña… durante largas e infinitas horas. Aseguran que “proyectos hay un montón” sólo tienen que “hacerse el tiempo”.