ACERCA DE LA CRUELDAD, por el Padre Marcos Joaquino

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En el sitio oficial de Facebook de la Parroquia San José de Devoto, el Padre Marcos Joaquino compartió una dura y muy real reflexión sobre el corazón y las actitudes humanas, a partir del terrible hecho de crueldad animal, producido esta semana en la  vecina ciudad de San Francisco.

Invitamos a la comunidad, a leer y reflexionar:

Creo que se llama “Chocolate”.

El sólo nombre sugiere la idea de dulzura, pero fue noticia porque hace pocos días este perrito sufrió en carne propia una crueldad sin límite.

Resulta imposible no preguntarse qué habrá pasado por la mente (si es que la tiene) o por el corazón (que sin duda alguna no tiene) de la o las “personas” que cometieron tamaña aberración.

No soy psiquiatra -soy sólo un cura- , pero es obvio que la crueldad y el sadismo es un gravísimo trastorno de la personalidad.

No menos grave es el hecho que nos vamos acostumbrado o,  mejor dicho, anestesiando ante las crueldades cotidianas.

Por ejemplo, en algunos medios de comunicación luego de leer la noticia de un terrible atentado que deja centenares de víctimas, se pasa, sin más, a leer los números de la quiniela. No tenemos tiempo a “digerir” las tragedias y las vamos amontonando en el olvido.

“Chocolate” no puede expresar con palabras lo que siente. Pero es una prueba evidente de la crueldad que a diario muchos de quienes nos decimos “seres humanos” cometemos contra la “casa común” y con aquellos seres que Dios ha puesto en nuestras manos para que los cuidemos ya que son un reflejo y recuerdo permanente de su bondad.

Friedrich Nietzsche -un filósofo híper crítico del cristianismo- en su obra “La genealogía de la moral”, decía que la crueldad constituye en alto grado la gran alegría festiva de la humanidad más antigua, e incluso se halla añadida como ingrediente a casi todas sus alegrías. Y terminaba concluyendo, con una lúcida crueldad: sin crueldad no hay fiesta.

Como nunca antes esas expresiones parecen ser ciertas.

Cuando a uno mismo le toca ver los fines de semana que “no hay fiesta” si no hay alcohol, ni drogas de todo tipo, hasta las hoy llamadas drogas de “diseño”, que dejan a nuestros jóvenes en estado de “piltrafas”.

Cuando vemos que esas pobres “piltrafas” -que son víctimas- luego se transforman en victimarios, uno se pregunta si no hemos retrocedido en humanidad.

Debemos “reconectarnos” con Dios. Él nos ayudará a “reencontrarnos” con nosotros mismos y con la belleza de la creación que resplandece hasta en los más insignificantes.

El Papa Francisco, en “Laudato si” enseña: “Dios ha escrito un libro precioso, cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en el universo (…) Los Obispos de Japón, dijeron algo muy sugestivo: «Percibir a cada criatura cantando el himno de su existencia es vivir gozosamente en el amor de Dios y en la esperanza». Esta contemplación de lo creado nos permite descubrir a través de cada cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere transmitir, porque «para el creyente contemplar lo creado es también escuchar un mensaje, oír una voz paradójica y silenciosa. Podemos decir que, «junto a la Revelación propiamente dicha, contenida en la sagrada Escritura, se da una manifestación divina cuando brilla el sol y cuando cae la noche». Prestando atención a esa manifestación, el ser humano aprende a reconocerse a sí mismo en la relación con las demás criaturas: «Yo me autoexpreso al expresar el mundo; yo exploro mi propia sacralidad al intentar descifrar la del mundo».

Y recuerda la hermosa alabanza que dirigiera a Dios San Francisco de Asís por el don inestimable de la creación:

«Alabado seas, mi Señor,

con todas tus criaturas,

especialmente el hermano sol,

por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,

de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,

por la hermana luna y las estrellas,

en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento

y por el aire, y la nube y el cielo sereno,

y todo tiempo,

por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,

la cual es muy humilde, y preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,

por el cual iluminas la noche,

y es bello, y alegre y vigoroso, y fuerte».

Sólo abriéndonos a la Suprema Bondad de Dios manifestada en su Hijo Jesucristo nacido para nuestra Salvación, podremos sanar nuestros corazones de tanta crueldad.

 

Aclaración: publicamos la imagen porque lo consideramos necesario, para entender en su real dimensión, el terrible acto de crueldad producido.

 

crueldad

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